El Barroco en Florencia

El complejo de San Firenze con su espectacular fachada, es uno de los mayores ejemplos de arquitectura barroca de la ciudad. En 1640 los Padres Filipinos recibieron como regalo esta área, luego llamada iglesia de San Firenze (es decir, el trabucado del nombre de San Fiorenzo). Los frailes crearon un gran complejo dedicado al florentino San Filippo Neri (fundador de la orden, canonizado en 1622 y protagonista de la Contrarreforma) y su realización particularmente ambiciosa se desarrolló tras muchos años, a la cual contribuyeron arquitectos tales como: Pietro da Cortona, Pier Francesco Silvani, Ferdinando Ruggieri y Zanobi del Rosso. La fachada de piedra natural fuerte, con el escudo de armas de los Serragli al centro (principales benefactores de la orden), se hace escenario de la plaza. La iglesia, ubicada en la izquierda del conjunto, está ricamente decorada en su interior siguiendo un diseño unitario, con obras de los principales artistas florentinos de los siglos XVII y XVIII. El tema principal de la decoración está representado por los episodios de la vida de San Filippo Neri. A la derecha se encuentra la Sala de la Música, cuyos coros de las exedras y de las paredes laterales al interior, recuerdan la función original de esta sala dedicada principalmente a la música y al canto de las laudes (según los preceptos de San Filippo Neri, la música tenía que jugar un papel fundamental en la liturgia, y no solamente en el día a día). Hasta el año 2012 el complejo era la sede del Tribunal, mientras que ahora alberga numerosas instituciones, incluido el Museo dedicado al gran director Franco Zeffirelli.

El hermoso palacio Medici Riccardi, diseñado por Michelozzo como residencia de los Medici, guarda, además de la famosa Cabalgata de los Reyes Magos de Benozzo Gozzoli, una auténtica joya del arte barroco florentino: la Galería (o "Salón de los espejos") de Luca Giordano. La Sala queda en el primer piso y está decorada con estucos dorados y espejos pintados. El salón, que también está equipado con grandes y luminosos ventanales en el lado sur, es sobre todo famoso por los frescos brillantes y vivos pintados entre 1683 y 1685 por el pintor napolitano Luca Giordano (apodado "Luca Fapresto" por su notoria velocidad de ejecución). En los mismos años el pintor también trabajó en la Capilla Corsini, otra joya barroca de la Iglesia del Carmine. El complejo ciclo iconográfico, encargado por la familia Riccardi, incluye una serie de frescos (ocho episodios mitológicos intercalados con virtudes y vicios cardinales), que culmina en el centro del techo con la escena que representa a Júpiter y la apoteosis de los Medici, protectores de la familia Riccardi. El Palazzo Medici Riccardi fue vendido a mediados del siglo XVII por el Gran Duque Fernando II a los Riccardi, una familia de banqueros vinculados a los Medici, de quienes también fueron condecorados con el título de Marqueses.

La Iglesia de los Santos Michele y Gaetano es uno de los ejemplos más importantes del estilo barroco en Florencia, y se encuentra en Piazza Antinori, la continuación de la famosa via de' Tornabuoni. En 1592 la iglesia fue concedida a los Teatinos (una de las nuevas órdenes protagonistas de la Contrarreforma) que combinaron el nombre de San Michele con el de San Gaetano di Thiene, fundador de la orden. Esta iglesia, construida, amueblada y decorada a lo largo de un siglo (de 1604 a 1701), retrata la historia del arte sacro florentino del siglo XVII. La fachada en piedra natural fuerte, sobre cuyo fondo oscuro destaca el blanco de las numerosas estatuas, fue una novedad en comparación con el esquema tradicional de la ciudad. La espectacular escalera de la plaza, con un gusto típicamente romano, también contribuye a su grandiosidad. Matteo Nigetti, quien fue uno de los arquitectos barrocos más importantes de Florencia, llevó a cabo la obra hasta la finalización del crucero y del coro, y en 1633 lo sucedió el arquitecto de la corte Gherardo Silvani. El armonioso interior, que se mantiene casi intacto, es de planta de cruz latina con una sola nave y dos capillas laterales. En el interior se guardan, además del Martirio de San Lorenzo de Pietro da Cortona, los raros ciclos escultóricos del barroco florentino, formados por Apóstoles y Evangelistas de considerable tamaño y paneles de mármol con escenas de sus vidas en los nichos inferiores.

Otra joya que no podemos pasar por alto - y de la misma forma se encuentran en la pinacoteca barroca más importante de Florencia (la Galería Palatina del Palazzo Pitti) - es la serie de salas pintadas con frescos de Pietro da Cortona en el Palazzo Pitti. Pietro Berrettini da Cortona, uno de los pintores más exitosos de la época, fue llamado por el Gran Duque Ferdinando II de' Medici para decorar las salas nobles de la residencia de los Medici. Se suponía que el ciclo iconográfico ilustraría las diversas etapas de la educación moral y política de un príncipe imaginario, asistido por los dioses del Olimpo (que representan también los Planetas Ptolemaicos o Sistema Geocéntrico) y por su héroe y alter ego Hércules. La Sala della Stufa fue su primera obra y con las espléndidas "Cuatro Edades del Hombre" dio prueba de su habilidad. Después de haber superado ampliamente el ensayo, el pintor procedió con los frescos de las otras salas, ricamente decoradas con dorados espejos y estucos realizados por una serie de talentosos colaboradores. En la antesala está representada la adolescencia (bajo el signo de Venus); la sala destinada a la nobleza está dedicada a la juventud erudita (bajo el signo de Apolo); la antecámara de los embajadores representa el arte del mando y la guerra (Marte); el salón del trono está inspirado en la madurez, en el signo del poder absoluto (Júpiter). Por fin llegamos al salón de las audiencias secretas, bajo el signo de Saturno, con la consecución de la sabiduría que conduce al Príncipe a la eternidad de la Fama.

Las Capillas de los Medici hospedan el Mausoleo de la familia de los Medici, construido por voluntad de Cosimo I a partir del 1604 por Matteo Nigetti sobre un diseño de Don Giovanni de' Medici y Bernardo Buontalenti. Este suntuoso y escenográfico lugar está justo al lado de la nueva sacristía de Michelangelo. Las decoraciones, principalmente de estilo barroco, necesitaron mucho tiempo, hasta el siglo XX y se caracterizan por incrustaciones de materiales preciosos (pórfido, granito, nácar, lapislázuli) conocidos como "commessi fiorentini" (tradición florentina del mosaico en piedras duras), por los cuales fue fundado el famoso Opificio delle Pietre Dure. Por las paredes de la sala octogonal, entre los escudos de armas de las ciudades toscanas fieles a los Medici, se alinean los monumentos funerarios dedicados a los Grandes Duques Medici, de estos solo los de Fernando I y Cosme II fueron completados por Pietro Tacca (1626-42). Los monumentos funerarios están dominados por la cúpula (de 59 metros de altura), la segunda más alta en Florencia después de la de Brunelleschi. Por detrás del altar hay una pequeña sala donde se exhiben otras reliquias preciosas que fueron donadas a la ciudad por León X.

El interior de la antigua Basílica de la Santissima Annunziata (fundada en 1250 por los Siervos de María) aparece en contraste con el sobrio claustro de votos por el que se entra. Es una suntuosa abundancia de mármoles, estucos y pinturas doradas concebida de forma unitaria en la segunda mitad del siglo XVII, y constituye uno de los mayores ejemplos del barroco florentino. La gran nave, con capillas laterales comunicadas, está coronada por un rico techo decorado por Volterrano, uno de los protagonistas de la pintura florentina del siglo XVII; los frescos de la cúpula (1680-83), que representan una concurrida Asunción de la Virgen María, son también del mismo artista. El templo renacentista de Michelozzo, cuya contrafachada guarda el venerado fresco de la Virgen Anunciada (según la leyenda, terminado por mano divina), sufrió importantes intervenciones en el siglo XVII, como la coronación de la aguja de madera. Las numerosas capillas, que se extienden a lo largo de la amplia nave, así como alrededor de la tribuna de Alberti, conservan obras de los mejores artistas florentinos del siglo XVII (Nigetti, Foggini, Ulivelli, Dandini, Cecco Bravo).

Dentro de la Iglesia del Carmine encontramos la Capilla Brancacci (manifiesto de la pintura renacentista, con los frescos de Masaccio) y la Capilla Corsini, que queda en el testero del transepto izquierdo. Este lujoso entorno, dedicado a Sant'Andrea Corsini que vivió en el siglo XIV y fue canonizado en 1629, es la máxima expresión del barroco florentino cuya realización contribuyeron todos los grandes artistas de esta corriente, manteniendo el mismo estilo. Las obras se finalizaron a finales del siglo XVII. El ciclo de esculturas de Giovan Battista Foggini es sin duda su obra maestra: tres altares monumentales, enmarcados por majestuosas columnas de mármol rojo de Seravezza, están decoradas con altorrelieves llenos de detalles ricamente decoradas que representan episodios de la vida del santo. Foggini, con esta capilla, fue quien introdujo el barroco en Florencia, cuando al regresar de Roma donde se había formado por voluntad del Gran Duque Cosimo III, se había librado del estilo manierista de la escuela de Giambologna. Las influencias romanas afectan también la estructura arquitectónica de la capilla, obra de Pier Francesco Silvani, y los frescos de la cúpula con la Gloria de Sant ‘Andrés, de Luca Giordano, los cuales fueron realizados poco antes que los del Palazzo Medici Riccardi.

La iglesia de Ognissanti, cuyo origen es muy antiguo, fue completamente renovada en el siglo XVII. El trato sobrio que caracteriza el estilo barroco de Matteo Nigetti es evidente gracias a la inconfundible fachada realizada en “pietra serena” (piedra arenisca) en 1637, que domina la elegante plaza, que recibe el mismo nombre que la iglesia y está ubicada cerca del Arno. El interior está ricamente decorado con altares, pinturas y esculturas realizadas principalmente durante el siglo XVII. El antiguo coro fue destruido para construir el altar mayor, con piedras semipreciosas, diseñado por Jacopo Ligozzi quien también pintó los frescos que representan la vida de San Francisco en el claustro.